viernes, 7 de octubre de 2011

Siéntese tranquila...

Estaba con mi esposa en el Coto Sarandí, para hacer la compra grande pero previamente nos pedimos una merienda en el café (unas medialunas con café con leche) ya que ella vino desde Palermo en la catramina del 10 desde Palermo (tardó eones). Todo transcurría tranquilo (a pesar de la tormenta y ver como la gente hacía cola para tomarse un tacho, además de observar cuanta filtración se veía en el techo, mirando de coteé a la tele para que el soporte no ceda por culpa de la humedad y termine arruinando la merienda), ella contándome lo que había hecho en el día, yo saboreando las medialunas y ella al final cambió por un alfajor (que salió más barato), hasta que de golpe, sin mediar más, sin preguntar, sin siquiera mirar, una típica vieja chota se sentó en el sillón, con cara de "no doy más" (lo cual ya sabemos cuánto espamento suelen hacer estas Mangostas...) y se quedó escuchando nuestra conversación, a pesar de que su marido le hablaba para que se levante pero ella se negaba hasta que le tocó el taxi que la llevaría a su casa con sus compras.
¿Cuánto estuvo sentada? ¡20 minutos! Cada vez que la miraba, se hacía la que se sentía mal o que hablaba con el marido. Además de todo el arsenal de ironías de mi mujer, a la que esta señora nunca hizo caso omiso(?).


Coto Sarandí, el Coto más tercermundista de la Tierra...

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