miércoles, 14 de septiembre de 2011

Dejando una huella



El que se jacta de pastorear puede de estar pastoreando a mansalva, donde apenas se note su existencia (por los familiares) o directamente nadie se avive de que está en el mundo (sobre todo las mujeres). Entonces, se maneja en la dualidad de pastorear en forma invisible o salir al mundo. Si es la primera opción, se mantendrá oculto y gracias si lo llama la madre. Si es la segunda, puede que el envión le haga hacer tantas cagadas que prefiere no haber salido porque termina siendo una cadena sucesiva de fatalidades(?). A veces, la cosa se calma y puede vivir una existencia tranquila, donde puede mostrarse y que la gente sepa de su existencia porque es útil. Ojo, a no confiarse porque es solo una rachita ya que puede volver a la modalidad "Pato Gallareta" o "Pato Criollo" en cualquier momento, que se mande una tras otra o que directamente lo tomen para el churrete, o la otra opción que es quedar como "El Chavo" diciendo alguna cosa cuando todos dejaron de hablar.
En este caso lo que sucedió fue que estaba en el restaurant del Sofit3l, hablando con el maitre, diciéndole que no iba a cambiar el arreglo floral grande, que estaba lindo y que si lo tocaba, lo iba arruinar. Hasta ahí nada fuera de lo común, salvo porque sin mirar giré para atrás, sentí algo debajo del pie y pensé: "Uh! le pisé el pie a tal" o "¿Qué le pasó a la alfombra" o tantas opciones en un instante pero ninguna de ellas fue la correcta, sino que le había pisado el pie ¿a quién? ¿a un mozo? ¿a otro maitre? ¿a un bachero? ¿una flor? ¡No! ¡al Gerente! quería esconderme pero estaba difícil y le dije "disculpe, no lo vi" a lo que respondió: "no pasa nada" con una firmeza e inmutabilidad (pero que seguro me puteó de lo lindo) sorpresiva.
Creí que iba haber represalia, pero sólo hubo una sonrisa en el almuerzo y luego el incidente fue olvidado.


El pie del gerente...

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