sábado, 6 de julio de 2013

Me olvidé...

Trabajaba en una farmacia y droguería por la zona de Congreso y era cadete. Entonces iba y venía con plata, cheques y demás valores.
Siempre llevaba mucha plata o sacaba de los bancos más plata aún, por lo que en mi mochila podía llegar haber más de $300 mil, por ejemplo. Hasta varias veces fui a "las cuevas" (financieras lúgubres, en lugares misteriosos del microcentro porteño) con U$S100 mil (y si, pensé irme a Uruguay, pero no animé porque entre otras cosas, el dueño era amigo de mi viejo).
Siempre me olvidaba alguna cosa, pero volvía corriendo al banco, para autosalvar(?) las papas y siempre me salía bien hasta que un día me salió mal.
Primero, ese día no debería haber ido a trabajar porque estaba con fiebre. Y segundo, la sentencia ya estaba, porque se rumoreaba de que me querían echar y estaban buscando algo para hacerlo. Lo encontraron...

La operación era fácil: ir a sacar de un banco $200 mil y depositar $65mil en cheque. Pero para mí, hasta esto podía ser un desafío más difícil que escalar el Aconcagua, porque tenia 39° de fiebre y yo por la calle... Entonces, saco los 200 mil y me voy para la farmacia, entrego el toven(!) y me voy a casa a descansar.
A las 6am, con fiebre todavía, me desperté luego de soñar con que no había depositado ese cheque. Me levanté velozmente para mirar la carpeta donde tenía todas las operaciones que hacía. Y allí estaba el cheque.
No hace falta decir que me comí una linda puteada del dueño, pero al otro día me echaron (yo pensé que me echaban ese mismo día pero fue benevolente(?)). Menos mal que me echaron, porque al año quebró y aún (luego de 8 años) hay empleados a los que se les debe plata.



Lo más tranquilo en mi mochila...

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